Mi padre me lo decía siempre. Durante toda una vida, junto con mi madre, ha trabajado y amado esta tierra, cultivándolo todo. Hace veinte años hizo una apuesta: las zanahorias. Fue un éxito rotundo, ¡inesperado! Desde entonces, la naranja se ha convertido en la pasión y obsesión de mi padre, hasta el punto de que hoy en día seguimos cultivando zanahorias principalmente. Nadie ha sido capaz de descubrir por qué se tomó esa decisión. Y aún hoy, si intentas preguntarle, la única respuesta que obtendrás es «¡Porque las zanahorias tienen carácter! ¡Como yo!» Pero, ¿qué es lo que esperáis en realidad? Es la respuesta de un hombre apasionado.